Mi Soledad

La sola idea de saber que se escribía con alguien más que no era yo me enfermaba. ¿Acaso no soy suficiente compañía para él? Siempre he sido una persona sociable, con muchos amigos, mientras él fue reservado. No tiene sentido que busque a otra persona. No me cansaba de decirle que el resto solo son extras en esta historia. Nada más que aderezos para cambiar el matiz de nuestras vidas. Los únicos que siempre importamos fuimos él y yo.

Mi mayor miedo era que desapareciera algún día de mi vida. He pensado en el escenario de que muriera de repente, y mi madre me encontró una noche ahogada en llanto, desesperada por culpa de ese pensamiento. Mi existencia sin él no valdría nada. 

Yo no soy solo “yo”, soy un “nosotros”. Soy un “él y yo”. Nada sucedía si uno de los dos no estaba de acuerdo, salvo una vez en fin de año que estábamos en la playa y me agarró bruscamente de la mano para llevarme a la fuerza de regreso al hotel porque la fiesta había terminado para él, pero yo quise seguir revoloteando por las calles y le pedí que me dejara ir. De ahí siempre fui obediente. ¿Qué sentido tendría mi vida sin alguien que me oriente? Él era mis ojos, era la mitad de mi criterio, era la chispa que encendía mi risa. Podía cantar y hacer ruidos raros a su lado todo el tiempo, y eso para él era lo más normal. Incluso, había veces en que cantábamos lo mismo a la vez, sin pensarlo. Y la gente nos miraba, parecían no comprender como surgió esa química inigualable y especial.

Sin él me vi perdida, sin rumbo, sin sueños. Porque todo se lo llevaría él; nuestros planes de vivir juntos en la playa, donde él aprendería a pescar y conseguiría la comida que yo cocinaría, así como poner un negocio y hacer cientos de viajes alrededor del universo.. pero todo se fue por el caño.



Manuel, hoy que escribo estas líneas, recuerdo todo lo hermoso que alguna vez tuvimos y se echó a perder. Nunca necesité del resto mientras te tuve a ti, qué dolor que sentí al dejarte volar. Pero, al liberarte a ti, nunca pensé que también me liberaría a mí. Jamás vi la carga, siempre fue un placer tenerte a mi lado. Han sido meses dolorosos, de oscuridad e incertidumbre. Pero recordé que aunque vivamos una sola vida, esta se compone de muchas muertes y renacimientos. Morí. Me mataste. Qué herida tan grande dejaste aquí en mi alma. Pero finalmente, logré volver del vacío para ser nuevamente “yo”, a secas. Esto ya no es soledad, esto se llama independencia. Después de todo, tus sueños me pertenecen, así como mis sueños también son tuyos, aunque tal vez no logres comprender eso aún. Amo tu recuerdo, amo nuestra perfección, amo nuestra simpleza… pero no te amo a ti. Ya no eres más que una sombra triste de otros tiempos.

Comentarios

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Manual teórico - práctico: Twitter para amateurs

Tecnocumbieras Sometidas

El cruel.