De vuelta a la vida

..Y cuando veía todo perdido, nació una nueva esperanza. Se encendió una chispa que reavivó estos despojos. Sentí como volvieron a despertar las ganas de vivir, de soñar, de creer, de hacer. Abrí los ojos, salí del sarcófago, puse el rosario que tenía en mis manos a un lado y agarré las manos del niño que invadió mis vestigios. La fuerza de su inocencia iluminó mi rostro como un sol, y esa luz era la que necesitaba para hallar la salida de aquel túnel que parecía interminable y romper con el maleficio que me había tenido atrapada todo este tiempo.

No puedo hablar aún, tengo la garganta muy seca y adolorida por tanto tiempo sin decir lo que siento, así que solo puedo contemplarlo y gritarle con mis ojos: ¡Soy libre! ¡Soy libre! Él no entiende lo que está pasando, y veo confusión en su mirada. No sé cómo llegó a ese lugar, ni por qué se me acercó; pero sé que en su destino estaba marcado cumplir con ese cometido: el de devolverme a la vida.

Me levanto, tomo suavemente con mi mano la carita del pobre niño asustado y le susurro al oído “Siempre hay más, y a partir de este día tú nunca más estarás solo, porque ahora me tienes a mí.”. Le regalo el primer latido de mi corazón en esta nueva vida dentro del beso más dulce, y sigo avanzando. Me quito el vestido de luto, lo cambio por el traje de piedras preciosas, y me preparo para volver a mi reino. Necesito poner todo en orden de nuevo, muchas cosas han dejado de florecer debido a mi ausencia.

Al salir, siento que mi cuerpo quema, ya son años desde que no veo un amanecer; y mi piel seca empieza a caerse en pedazos, dejando a relucir una nueva, brillante y muy tersa. Siento un poco de dolor y pena por el tiempo perdido, pero eso no me va a detener de continuar con mi misión. El miedo se ha ido, la oscuridad también, y el niño que me vio volver, corrió lejos de aquí.

El hechicero sintió mi poder al despertar, así que le mando un mensaje a manera de oración para que caiga sobre él como un rayo y parta su escudo en dos: “Amor mío, dueño de mi corazón, ¿cómo pudiste hacerme tanto daño si mi único crimen fue amarte más que a un dios? He vuelto y te has quedado sin coraza, ¿qué harás ahora?”


Miro al cielo y es día de solsticio. Esta mañana ha quedado plantada una semilla en mi alma que germinará en esta primavera. Es mi renacimiento, se aproximan tiempos de victoria y conquista. Mi dilema ahora es, ¿venganza o indulgencia?

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