2013 - Muerte y Renacimiento
Si me preguntan por mi 2013, ¿qué podría decirles?
Pues bueno, a resumidas cuentas pasó esto:
Comencé sintiéndome rockstar como siempre, hasta que después de una celebración dentro de una piscina, con un vaso de ron en una mano y un porro en la otra mientras veía el amanecer comenzara una tos imparable en mí, la cual resultó ser una terrible infección a las vías respiratorias que provocó que se me reviente un oído y pierda la audición de manera parcial "temporalmente". Aún me quedo sorda por ratos, pero ya me da lo mismo.
El chiste me costó muchas visitas a muchos médicos y seguir muchos tratamientos. Dos de estos con antibióticos que parecía que iban a acabar con mis males, pero solo eran alivios temporales. La peste no cedía y cada recaída era peor. Sentí que mi cuerpo no daba más, mis defensas claudicaron y en serio llegué a pensar que iba a morir. Tuve que dejar de salir de mi casa por casi tres meses, y hacer un tercer tratamiento extremadamente fuerte para salir adelante. Esta medicación estaba contraindicada para otro tratamiento que estaba haciendo para ese entonces, y ese coctel casi me provoca una bella reacción alérgica de esas que matan. Pero no morí. Tuve que putear al último médico para que me curara bien.. y solo así sobreviví.
La parte humana es muy importante cuando uno se encuentra convaleciente y necesita recuperarse. Me alejé del mundo y solo dejé seguir a mi lado a quien más quería. Y lo logró, me ayudó a matar los días, a soñar con tiempos mejores y la vida juntos que siempre vinimos armando en nuestras mentes. A costa de su propio entretenimiento, él dio una pausa a su vida nocturna por estar conmigo mientras yo luchaba por recuperar mi salud y mi vida.
Dejé de tomar y fumar. Esa fue la primera decisión decente que tomé en el año.
Y con el tiempo, lo logré. Sané. Pero mientras esto sucedió no pude ver que desgasté demasiado a mi pobre compañero de convalecencia. Ya no quise salir más, y empecé a mover cielo y tierra para que él tampoco lo hiciera. Tomé como mío algo que no me pertenecía y alargué demasiado tiempo una separación que era inminente.
Un pequeño error fue suficiente para dar fin a todo. Diez años se terminaron de ir al diablo por una irresponsabilidad sumada a una serie de mentiras. Mi corazón no aguantó más y dio el pitazo final. Se acabó el partido, me rindo. Lo amo, pero no puedo vivir más así. Sobreviví a una serie de enfermedades y falsos diagnósticos para ser rechazada por la persona a quien amaba, y decidí que no era justo para mí. Tuve que empezar a correr, correr de mí misma y de mis sueños en conjunto.
Me sentí perdida, pero tomé otra decisión crucial: Nunca más seré rechazada por nadie. Sé cuanto valgo y el mundo debe entender eso.
Necesito recuperar el control en todo aspecto, y mi obesidad es una clara señal de que las cosas no estaban bien en mi interior. Para tener mi vida de vuelta, el mundo necesita volver a ver al ser que se escondía dentro para evitar la atención. Tengo que salir de esta coraza, tengo que dejar de ser una víctima, tengo que dejar de esconderme detrás de alguien más y sacar la cara como siempre debió ser. Solo me estoy matando con comida basura, cosas que no me alimentan sino que solo me enferman. Estoy podrida porque yo decidí que fuera así. Y no es justo, hay mucho más en mí que mis errores del pasado. Tengo que reencontrarme, y darme el amor que siempre he buscado como loca en otros lados, pero nunca supe buscar dentro de mi ser. Entendí que me odiaba y no era capaz de perdonarme, y eso tenía que cambiar.
Una gran amiga me enseñó estas cosas, mientras me ayudaba a salir del problema mayor: me diagnosticaron precáncer, y me derivaron al lugar más triste del mundo para tratarme. Aprendí a convivir con la miseria humana, me sentaba en la sala de espera y trataba de asimilar que gran parte de esas personas que están a mi alrededor han firmado su condena de muerte, y yo estoy ahí con la oportunidad de poder luchar por mi vida. Eso me volvió humana. Y agradecida. Yo tengo una familia que me acompaña aunque no sepa de mis tristezas, mientras estas personas que han sido desahuciadas y abandonadas por sus seres amados, solo luchan por intentar alargar un poco más su existencia, pero saben que el final es inevitable. Aún puedo pelear por estar bien, aún puedo cambiar y no morirme. Él también estuvo ahí, y me acompañó a ese infierno, lleno de muerte y miedos.
Por esto retomé mi relación con Dios. Aunque a veces fallo y me alejo, sé que él está presente. El día que me dieron los resultados, sé que me dio la mano, y el doctor me dijo que el diagnóstico no era el que me habían dado anteriormente y que no tendría que operarme. ¡No tengo cáncer! ¡Voy a vivir! ¡Voy a poder seguir con una vida normal! ¡Ya no debo volver al infierno nunca más!
Y ese fue el motor que me impulsó a darme todo el amor del mundo.
Busqué ayuda con una nutricionista, y me enseñó a comer bien. Empecé a leer, a investigar, a instruirme. Esto de comer saludable es nuevo, pero yo no estoy simplemente haciendo una dieta porque estoy hecha una vaca, sino que quiero cuidar a mi cuerpo, quiero poder sanar yo misma. El cambio comienza por dentro, tengo que dejar de consumir veneno para estar bien. Tan lógico pero tan difícil de comprender.
Comencé a comer limpio. Llevo seis meses con esa consigna y he perdido alrededor de 60 libras. Sin drogarme, sin morir de hambre, sin llorar. Solo amándome y dándole a mi cuerpo lo que necesita. Jamás hubiera pensado que podría lograr algo así sin pastillas ni las porquerías que solía tomar que me metieron en este problema en primer lugar. Solo comiendo cosas que le harán bien a mi cuerpo y caminando. Al principio no podía avanzar ni dos cuadras. Ahora puedo correr y no se me sale el corazón por la boca. He recuperado agilidad y fuerza. Puedo cargar cosas que antes no hubiera pensado que podía. ¡Soy fuerte! ¡Soy todo lo que yo quiera ser!
Perder a mi compañero de viajes y vida fue como morir. Esa es mi segunda muerte. Al morir por primera vez, regresé como un ser triste, que pensaba que no valía nada y se dejó tratar de esa forma durante algunos años. Pero esta vez volví con otro semblante, todo fue diferente: pude perdonarme y decidí ser una mejor persona. Resurgí como un fénix de entre las cenizas. Teníamos pagado un viaje para los dos originalmente, pero me armé de valor y decidí cambiar eso para hacer dos viajes por mi cuenta.
Yo, ¿sola? La niña que ni siquiera podía ir a una tienda a comprar porque le daba vergüenza pedir algo, ha decidido irse a dos países diferentes sola. En la primera parada en Buenos Aires me recibiría una persona que me aprecia mucho y sabía de mi catástrofe emocional, así que haría lo imposible por ayudarme a olvidar todo al menos unos días. Ahí me dejé vencer por el fernet y volví a tomar luego de ocho meses de abstinencia total. El segundo destino fue Machu Picchu, un lugar lleno de ruinas, también conocidas como piedras y alturas, otros de mis temores más grandes. Y sí.. los hice sola. Lo logré. Casi muero miles de veces, estuve a punto de llorar de terror, pero llegar a la meta fue una realización. Me demostró que los límites los impone uno mismo. Morir aplastada en un concierto, morir porque me resbalé en un ascenso, ay.. Kenny es un cojudo al lado mío. Igual sobreviví y ahora tengo menos miedos, soy más fuerte que ayer.
Mientras tanto, mi vida sentimental pasó de cero, porque estaba dentro de una relación sin afecto físico, al garrafal error de volver con el peor de mis ex. El que más me hirió. Esto tenia que suceder, teníamos que salir de esa duda del "que sería si...". Fue inevitable, nos volvimos a ver y fue como que si lo nuestro nunca murió realmente. Pero me equivoqué. Yo no estaba en capacidad de sentir, y se lo dije. Le dije que no lo amo, y el terminó yéndose con su ex, con quien al menos podía intentar recibir amor sincero. Yo sí lo amé alguna vez, pero son otros tiempos y circunstancias. Hubo mucho daño, y cuando eso pasa, el amor se va y no hay marcha atrás. Igual me ayudó a recuperar el autoestima, me recordó que soy una mujer y no un pokemon.
En todo este transcurso, algo pasó. En realidad, alguien pasó. Un chico que nunca había visto en mi vida se apareció por ahí y llamó mi atención. Me sorprendió su capacidad para hacerme reír, y en su rostro vi bondad. Un día me mandó una canción por razones que aún desconozco y le pedí su teléfono. Y no sé, en serio no sé qué pasó, pero poco a poco decidí ir conociendo a este chico. Tuve una corazonada, pero igual la seguí muy despacio porque de todos modos estaba pasando por esta serie de sucesos que consumían mi tiempo y existencia.
Una noche me le acerqué en un bar y me senté a su lado, y no podía dejar de abrazarlo. Casi me da un beso en la boca antes de irse, pero hecha un manojo de nervios, alcancé a virar la cara de manera sutil.. Yo no estaba sola en esa época y no quería faltarle el respeto. Quería que si se dieran las cosas, se dieran bien. Pasó mi cumpleaños, pasó el suyo, empecé a tener detalles con él porque me nació, y sus reacciones eran hermosas. Verlo tan feliz y emocionado me hacía más feliz a mí. Hasta que un día ya no pude más, y afuera del mismo bar, en las escaleras de la entrada, lo abracé con todas mis fuerzas, y después de pensarlo mil veces, seguido de un "ya, ¡qué chucha!" mental, acerqué mis labios a los suyos, cerré lentamente los ojos, lo besé.. y él me correspondió. Pero claro, todo esto justo días antes de partir en mi segundo viaje. Ay, el destino, tan oportuno como siempre. Ah, y me robaron esa noche, más oportuno aún.
Pues este caballero resultó ser mi compañero de viajes en el Cusco. Fue quien me hizo conversación hasta poder subirme al avión de regreso porque estaba muy cansada, me podía quedar dormida y perder el vuelo. Era quien me acurrucaba antes de dormir y fue quien me hizo una promesa de besos eternos a mi regreso al país. Y cumplió. Fue perfecto.. bueno, él es perfecto para mí pero aún no lo acepta. Encontré cosas que no sabía que existían con él, y es hermoso. En ese momento entendí por qué debía soltar todo lo que sostenía en mis manos. Era necesario seguir, era necesario el cambio.
El amor es hermoso, pero también es horrible. Que sensación tan hermosa el sentirse correspondido, aunque a ratos me siento como una quinceañera ilusionada, y lucho contra eso. Por Dios, soy una mujer de 28 años, ¿qué me pasa? Arritmia maldita, ¡déjame en paz!. Esta es solo mi cabeza jugando sucio por tantos traumas del pasado. Déjame vivir lo que estoy viviendo y deja de pensar de más, cabecita mía. Pensar de más, mata. A veces es mejor dejarse llevar por lo que se siente y luego se verá el resto, o tal vez ni eso. Si algo tiene que ser, será. Me invaden los miedos, a veces me asfixian y cuando eso pasa yo asfixio al resto. Espero que algún día sepan comprender y me tengan paciencia así como yo cultivo la mía cada día.
No soy perfecta, yo también he estado rota. Pero como dicen "para cada roto hay un descosido", así que solo el tiempo dirá si mi corazonada fue la correcta.
En el nuevo año se vienen más metas, más sueños, mis sueños.
El mundo es mío porque así lo he decidido, y nadie me dirá lo contrario jamás.
Gracias a todos. Uno puedo salir adelante solo, pero sin compañeros el camino es aburrido, y siempre hacen bien las palabras sinceras de alguien que te estima y quiere lo mejor para ti.
Gracias por tanto. Por lo bueno, por lo malo, por lo que dejó de ser, por lo que es, y por lo que será.
Finalmente, gracias Dios. Sin tí no doy pie con bola. Gracias por no abandonarme nunca.
Termino el año con mi perra salchicha en la clínica. Qué frágil es esta puta vida y que vieja está mi bebé. Que sea lo que tenga que ser, ella ya cumplió su tiempo aquí junto a nosotros. La voy a extrañar por siempre.
Termino el año con mi perra salchicha en la clínica. Qué frágil es esta puta vida y que vieja está mi bebé. Que sea lo que tenga que ser, ella ya cumplió su tiempo aquí junto a nosotros. La voy a extrañar por siempre.
PD: Escribí todo esto de un solo tirón.
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